Principios del Aprender

20.07.2017

1- El lugar del aprendizaje

Aprender, como amar, son los actos vitales más esenciales al ser humano, los que le dotan de sentido y sostienen su identidad y sus actos. Aprender es tan innato como respirar e imprescindible para vivir. Podemos respirar mal, ese mal está construido por una red tensional que poco a poco se fija y se automatiza en el organismo, lo atrapa como una coraza y se activa en el mismo momento en que lo hace la mente. Esa coraza puede ser tan rígida en un momento determinado que atente contra el propio organismo, contra su salud. Sucede lo mismo con el impulso de aprender.

Vivimos atrapados por un patrón que colapsa el aprendizaje. El deterioro de la calidad por la cantidad es la marca de la crisis de nuestra civilización. Sólo lo mensurable, los datos, se perciben como reales y se aceptan exclusivamente como el valor del saber. Todo lo demás es apartado, cuestionado o simplemente colocado en un plano secundario. Desgraciadamente el amor, el sufrimiento, la pasión, el entusiasmo, no son cuantificables.

Este modo en el que hemos contraído el aprendizaje tiene importantes consecuencias, tanto en el orden del desarrollo personal como social. Seguramente la más severa de todas ellas es la de anular en el ser humano su pensamiento crítico, su toma de decisiones , su capacidad de generar expresiones nuevas y en última instancia, de explorar su creatividad. Desde luego, hemos creado un sofisticado sistema de compensaciones para tratar esta herida, esta fractura vital. La más cruel de todas es la de suplantar nuestra capacidad de aprender y con ella la de sostener nuestra propia identidad por el simple hecho de conocer.

Conocer es una de las cosas más fáciles en la vida. Puede que lleve tiempo y quizás algún sufrimiento pero resulta simple. Se puede estudiar una materia, leer libros, experimentar bajo la tutela de los supervisores de moda, acudir a la verdad absoluta de la ciencia o simplemente delegar en el otro y hacer lo que se debe. Conocer requiere alcanzar una cierta cantidad de contenidos para adaptarse a una situación y actuar dentro de ella.

El conocimiento prepara personas suficientemente capaces para soportar la presión de un sistema . Hoy estar formado significa participar activamente de una cultura común . Responder a lo que las circunstancias pidan, ser eficaces. La eficacia, la cualificación con la que nos preparamos para este reto fija paradójicamente las leyes de los modelos en crisis. Se trata de un progreso que no cambia esencialmente nada , aprendemos a conocer muchísimas cosas sabiendo muy poco.

¿De qué manera el peso de esta memoria nos permite aprender?. Creo que es imprescindible detenerse en el significado de lo que realmente significa aprender, volver al origen. Cuando un sistema se encuentra en crisis responde a ella tratando de cambiar un patrón por otro sin entender realmente el origen de esta crisis. Aprender significa volver al origen, a la respiración natural. Este movimiento a los principios , al lugar donde sucede el acto de aprender es lo más próximo a la naturaleza humana, debe ser vivido por uno mismo. Respirar no puede delegarse en otro.

Desgraciadamente los modelos educativos desde la escuela a la cultura de cualquier organización tiende a estandarizar . Para esta cultura el pensamiento crítico, la diferencia, la singularidad constituye una amenaza.

El conocimiento adecuado sólo es posible si somos capaces de situarlo en un contexto que vincule al mismo tiempo la dimensión personal y social del ser humano, que concilie la diversidad con la totalidad.

Para volver al lugar del aprendizaje , debemos interrogarnos si realmente tenemos el deseo de aprender , si lo que queremos es adquirir una cualificación , dotarnos de herramientas o simplemente ser más competitivos.

No podemos cuestionarnos el significado del aprender con toda su enorme fuerza vital y creadora si todo ello está impregnado de una sombra, de una intención oculta, de un pragmatismo frío y ácido. Para comprender, debemos en primer lugar situar la cuestión allí donde debe realizarse. ¿Qué deseo aprender ? ¿ Qué busco realmente ? Sin la excusa , por otro lado, tan sospechosa de diferenciar lo que hago de quien soy. No hay excusas. Somos como vivimos, lo que decimos, lo que pensamos y cómo nos relacionamos.